La dama del mar.
El encuentro.
Hay momentos
que todo lo que uno escucha o mira acaba entrando en una especie de remolino
que alimenta e inspira un todo; un todo que va formando adentro nuestro algo como
un boceto despeinado, un mamarracho, una masa, un barro inicial que posibilita que
un día, de ahí, pueda nacer una creación.
Imágenes nebulosas
como brillos de neón vistas desde un para-brisas en una noche lluviosa se suceden:
teatro, comedia musical, Franklin Caicedo, Peer Gint, Ibsen…
Caminando
por el barrio de San Telmo entramos en una especie de revoltijo: papeles, fotos,
objetos amontonados nos recuerda nuestro propio desorden interno…”igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha
mezclado la vida” diría el poeta.
La vista se
pierde en el afiche de una película de terror que en un pasado ancestral
provocó escalofríos y pesadillas o en el anuncio de un show de magia similar a
los del gran Houdini prometiendo experiencias asombrosas.
Originales
de historietas, revistas antiguas, libros que no están y como de la nada
aparece una edición antigua de “La dama del mar” de 1945.
Pasaron
algunos días hasta poder tener tiempo de abrir el libro, en la tapa el dibujo
ingenuo de una joven mirando el mar, las hojas amarillas con olor a tiempo, en
la encuadernación rústica y barata las páginas cosidas con hilo sisal blanco
nos traen un poco de una historia hecha de operarias que, en tardes de mate y trabajo manual en talleres
artesanales, hablaron de cosas que ya no
están.
La otra dueña.
El ejemplar tiene escrito, con una caligrafía esmerada, en las primeras páginas el nombre de “Irma E. Kohlig”.
Es una rúbrica
hecha con lapicera de pluma, la tinta es azul claro, el trazo es discreto y
elegante. Tratar reconstruir la figura de una dama es una práctica fantasiosa; su
apellido es de origen alemán, no es difícil imaginársela blanca, rubia, de ojos
claros; seguramente porteña y culta.
Inquiriendo supe que murió en 2009, que la inicial de su
segundo nombre era Elsa. Supongo que tal
vez después de la muerte de lady Kohlig,
algún pariente, sin saber qué
hacer con su biblioteca se deshace de sus libros… quizás nuestros objetos
preciados un día sean encontrados por caminantes distraídos en un anticuario de
San Telmo? Ojalá nuestras bibliotecas encuentren lectores ávidos para que nunca
se abandone la larga caminada.
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Ibsen.
Ateo, tuvo
como dramaturgo un periodo naturalista y
después se encantó por el simbolismo; defensor de un mundo donde la mujer sea valorada, escribió poesía y teatro a fines del siglo XIX en una Noruega
religiosa y conservadora; “Casa de muñecas” y, sobre todo “Peer Gyn” fueron sus obras dramáticas más célebres.
Conoció la pobreza económica y el
reconocimiento de su talento, Bernad Shaw lo eleva a la condición de uno de los
mayores dramaturgos de la historia. Antón Chéjov reconoce su
paternidad artística.
La dama
del mar, sinopsis.
La escena nos trae a una joven obsesionada por
el mar, Ellida vivió su infancia en un ambiente marítimo, esto, por ser hija del encargado del faro en una
isla; se casó con un señor viudo, mayor
que ella, padre de dos hijas, una de
ellas casi de su edad, se instalan en una casa en la sierra; su marido el
doctor Wangel preocupado con cierta tristeza que intuye en su mujer la indaga y
descubre que el recuerdo de una antigua aventura amorosa es lo que perturba a su
esposa.
Esta dualidad acompaña toda la obra y se resuelve en el desenlace final de la trama; Ellida opta por quedarse con su
marido.
Construcción de la obra.
Ibsen escuchó dos historias que lo impresionaron y que lo
inspiraron para crear su obra.
Una de ellas habla de un noruego, de origen finlandés, que con sus ojos mágicos e irresistibles sedujo a la mujer de un párroco y se la llevó lejos de su marido y su hogar.
La otra cuenta sobre un marinero que llevaba fuera de casa tanto tiempo que se le creía muerto, hasta que un día apareció de repente y se encontró a su mujer casada con otro hombre.
Una de ellas habla de un noruego, de origen finlandés, que con sus ojos mágicos e irresistibles sedujo a la mujer de un párroco y se la llevó lejos de su marido y su hogar.
La otra cuenta sobre un marinero que llevaba fuera de casa tanto tiempo que se le creía muerto, hasta que un día apareció de repente y se encontró a su mujer casada con otro hombre.
Ibsen cita esta historia colocándola en la boca del
personaje llamado Ballested, el pintor, dice que estaba emprendiendo una gran obra
con este tema que acabamos de describir, aquí su relato:” La mujer de un marino, una joven. Duerme; pero desasosegada; sueña …es
una especie de fantasma. Es el esposo, a quien ha engañado, durante su ausencia…era marinero y ha perecido
en el mar…(aquí entra lo fantástico) .Ha vuelto a su casa de noche , calado
hasta los huesos como quien acaba de salvarse de un naufragio, y está de pie
junto a la cama mirando su mujer”.
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De la génesis de la obra se conocen dos bocetos del autor en ellos se percibe que comenzó con dos ideas contradictorias. Una estaba basada en un tema folklórico- la imposibilidad de relación que había entre personajes humanos y no-humanos – temas de la mitología nórdica (en el caso entre un hombre y una sirena), el título original, inclusive, era “La Sirena”.
La segunda idea que poblaba la imaginación de Ibsen era un asunto realista, común en el final del siglo XIX, la estreches moral y psicológica de la vida provinciana.
Mitos
El primer
mito que surge es el de una sirena, la imagen de una sirena muriendo por no
poder encontrar el camino y alcanzar el mar es pintada por uno de los
personajes. El pintor, en el drama busca una modelo para colocar en su tela.
La sirena está en varias tradiciones, en la griega, presente en los
relato de Homero como un símbolo de la tentación, en la africana, de forma más
indirecta, con el mito
de Iemanja, como lo femenino en el
sentido de la belleza y del misterio y por último la imagen de la sirena la
encontramos en la mitología nórdica donde son llamadas de mermaids
y representan criaturas benéficas.
La imagen de la sirena fue bastante notable en la época en que Ibsen
escribió este drama, un cuento de
hadas del escritor y poeta danés Hans Christian Andersen,
famoso por sus cuentos para niños, fue
originalmente publicado el 7 de abril de 1837 con el nombre de “La pequeña
sirena”.
El segundo
mito es el mar, el mar como sinónimo del amor, de lo oculto, pertenecer al mar,
habitar el mar, el mar como metáfora de algo seductor y temible.
El mar en
el drama produce en la protagonista los mismos sentimientos que su amante, es descripto
como algo al mismo tiempo atractivo y
atroz.
En la
mitología griega el mar estaba representado con la figura del poderoso Neptuno,
en la nórdica el mar por un lado está relacionado
con algo divino, Egir Dios de los mares representado con la figura de un
anciano (similar a la imagen del dios cristiano o el Oxalá del candomblé) dueño
de toda belleza y al mismo tiempo capaz de producir las más terribles
tempestades.
Durante el
drama Ellida describe su amante como alguien que hacia parte del mar, aquí una
de sus palabras describiendo para su marido un diálogo entre ella y “el
extraño”: ” Hablábamos de las tempestades y de los tiempos de bonanza, de las
noches lóbregas y de los días de sol; pero, especialmente, de las ballenas y las focas que se arrastran por los escollos
a los rayos del sol, de las gaviotas y de todas las demás aves marinas.
Entonces me parecía que todos esos seres debían ser de la misma raza que él”.
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Rituales.
Años más tarde “el extraño”
recuerda este ritual para argumentar que Ellida y él habían,
simbólicamente, contraído matrimonio. Aquí, lo que dijo Ellida, aclaro que en
mi entender donde dice anillo debería leerse la palabra estuche: ”Sacó
del bolsillo un anillo, y se quito del dedo una sortija que llevaba; luego me sacó a mi del dedo una
sortija que tenía; y las dos, la suya y la mía, las metió en el anillo,
diciendo que entonces debíamos casarnos con el mar”.
Historia paralela.
Además de
la historia central, el triángulo amoroso formado por Ellida, Wangel y “el
extraño”, existe otra historia paralela de la que hacen parte Harnholm, amigo e
instructor de la familia, junto con
Hilda, la hija mayor del doctor Wangel.
En esta
pareja Ibsen coloca el tema del provincialismo
como sinónimo de prisión y lo opone a la imagen del mar como símbolo de
la libertad.
Surge la
historia de los carassius (peces de pecera) y del estanque.
En uno de
los pasajes más poéticos y filosóficos del drama Ibsen coloca una cuestión en
la boca de uno de los personajes: Harnholm compara la vida de los peces del
estanque con la vida provinciana que
vivía Hilda, la contrasta con la vida libre de los peces en el mar y
así nos trae una imagen interesante sobre como un entorno puede
restringir nuestros actos, nuestro
pensamiento, nuestro mundo, nuestra perspectiva.
El sentido de la obra.
I
bsen
introduce una elección en las dos historias amorosas que hacen parte de la
obra; en una de ellas, la de Harnholm/ Hilda, opta porque la relación se
encamine en un sentido de ruptura con una realidad complaciente.
En el
triángulo central (Ellida/Wangel/ “el
extraño”) parece que Ibsen no consigue romper con su conservadorismo y después
de todas las argumentaciones por las cuales quedaría probado que Ellida tendría
que entregarse al mar y a su historia romántica del pasado, él la hace optar
por una relación infeliz.
El estilo literario.
Uno de los
méritos de la obra es su fluidez, es un drama que se deja leer, que no cuesta,
el placer de disfrutar sus páginas hace que uno lo deguste casi que por entero
en algunas breves horas.
Algunos desdoblamientos.
La película.
“La dama y
el mar” fue filmada en Argentina en 1954; dirigida por Mario Soffici con Zully
Moreno; se trata de una película naturalista al mejor estilo Hollywood.
Un nuevo libro.
Susan
Sontag escribió una novela basada en el libro de Ibsen pero introdujo algunas
modificaciones, si recordamos lo que fue el boceto original podemos ver ciertas
semejanzas con la idea inspiradora de Ibsen.
La
protagonista también se casa con un hombre más viejo, que también tiene dos
hijas pero en la obra de Sontag esa
relación no se salva porque ella se identifica con el mar al punto de no poder reconocerse
en una relación humana por pensar a sí misma como una criatura que pertenece a
otro mundo.
Aquí un poco del relato del libro: “No
creemos que sea extraño que pertenezcamos a la tierra. ¿Cómo fue que pasó eso?
¿Por qué fue que llegamos a pertenecer a la tierra seca? ¿Por qué no al aire?
¿Por qué no al mar? El deseo de poseer alas. Los extraños sueños en que uno
puede volar y sin sorprenderse de ello…, ¿eso no sugiere algo? Y, entonces, hay
gente que cree que pertenece al mar”.
La nueva puesta.
La obra original se estrenó el 12 de Febrero de 1889, en Oslo,
y se presentó en muchos lugares más alrededor del mundo. Más de 100 años
después, apareció, de repente, en
Italia, representada con una estética muy particular. Caras blancas, fondos
lisos, sombras y el sonido, siempre, del mar. Era Bob Wilson quien estaba
detrás. La misma obra fluye y permanece.
Permanece Ibsen, permanece el mar, permanece Ellida.
Final.
El tema con
todo lo que carga de simbolismo es inspirador y permite muchas lecturas.
Al final de
cuentas: “ La dama y el mar”, una perla
encontrada en un rincón de San Telmo.